Juan Orellana rastrea en el cine la huella de esta “sociedad sin padres” que deja “sin referentes a nuestros hijos”

‘El Hombre Postmoderno’, bajo ese epígrafe el Seminario de Antropología y Cine de la Universidad CEU San Pablo se plantea rastrear a través de las películas los puntos definidores de la postmodernidad y las grandes cuestiones que en este período histórico-cultural se le presentan al hombre.

Como ha dicho su organizador, el profesor de Narrativa Audiovisual de la Universidad CEU San Pablo, Juan Orellana, el Seminario tendrá una estructura parecida a la de una película. Esto es, con planteamiento, nudo y desenlace. Tratándose el tema del hombre postmoderno, tocaba, pues, en la primera sesión, sentar las bases de lo que se entiende por postmodernidad y de cómo el cine ha situado al hombre en este contexto.

A juicio de Orellana, para hablar de postmodernidad es necesario entender que ésta es un “proceso cultural caracterizado por el desencanto producido por el fracaso de la modernidad”. Los grandes ideales que dieron paso a la modernidad “prometieron una felicidad que no había llegado”. La frustración dio lugar a un cuestionamiento radical de toda verdad.

En este tumulto, la figura del padre “que encarnaba la autoridad y el referente moral” fue, lógicamente, “víctima del proceso cultural”. Así, se puede decir que lo que caracteriza a la cultura actual es “haber expulsado al padre. Hemos generado una sociedad sin padres y sin referentes para nuestros hijos”. Eliminado el principal vínculo que nos unía a la tradición y sus certezas, los hijos de la era postmoderna quedan “condenados a la búsqueda de raíces, a la búsqueda del padre”, ha explicado Orellana

No son pocas las películas que han reflejado esta orfandad absoluta. Ello es visible en ‘Thirteen’, en la que la niña protagonista reclama al padre “ontológicamente”. “No busca acciones”, lo que espera de su padre es que “realmente sea su padre”. Algo que también se ve en ‘Mujeres en el parque’ o en ‘Una historia de Brooklyn’, en la que se presentan las contradicciones y conflictos que afectan a los hijos de padres divorciados, aunque se hayan separado “muy civilizadamente, muy a lo mayo del 68”. En escenas de dicho film se evidencia que a los niños no les surge la necesidad de un padre “en función de un horario” y que lo que necesitan realmente “son certezas y adultos a los que mirar”, ha subrayado Orellana.

Así, tal como ha razonado el ponente, la disolución del padre aboca las nuevas generaciones a la búsqueda de un nuevo anclaje. En este impulso se puede explicar el ‘neotribalismo’, en el que la identificación con los semejantes viene a subsanar el hecho de que “la propia identidad ya no se pueda alimentar de la relación con los padres”. Orellana detecta este impulso en la trama argumental de la película ‘La Ola.

Asimismo ha expuesto cómo el cine, al ser testigo de las angustias de su tiempo, nos desvela en películas como ‘A cualquier otro lugar’ que “cuando desaparecen las certezas, esos peldaños que te ayudan a dar pasos en la vida te quedas sólo”. Ante esta soledad, “rechazado el ideal simbolizado en el padre”, se llega a la exaltación del propio yo, al narcisismo. Un narcisista entiende el mundo “como una prolongación de sí mismo”. El individuo, ha agregado, “es el ideal”, y así “se debilitan los vínculos entre las personas”.

Con estos trazos, Orellana ha sentado la diagnosis sobre la que se han de desarrollar las próximas sesiones del Seminario, que se celebrarán los días 6, 13 y 27 de octubre, en el Salón de Actos de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Comunicación de la Universidad CEU San Pablo