Pueden llegar a tener diferentes denominaciones, pero existe un consenso general en cuanto a su utilidad. Y es que las llamadas habilidades directivas pueden llegar a marcan la diferencia en el seno de las empresas y organizaciones. Por este motivo, aunque el catálogo de habilidades es muy amplio y se puede aterrizar de distinta forma según la empresa, la selección de talento cada vez las tiene más en cuenta.
Si ya cuentas con un buen currículum académico y quieres dirigirte profesionalmente hacia el mundo empresarial o emprender tus propios proyectos, es necesario que empieces a cultivar algunas cualidades y habilidades interpersonales. Puedes llamarlas habilidades directivas, soft skills o competencias transversales, pero pueden ser la clave que te abra en el futuro la puerta del mercado laboral.
¿Qué son las habilidades directivas?
Podemos utilizar esta denominación común para referirnos, en términos generales, al conjunto de conocimientos y capacidades necesarias para desempeñar correctamente una actividad de gestión. Esto significa que, junto a las habilidades de liderazgo y dirección, también entran en juego otras destrezas, cualidades y capacitaciones interpersonales. Y son especialmente relevantes en perfiles decisores o de dirección en una empresa u organización.
Dado que los directivos gestionan grupos humanos, el abanico de virtudes que mejoran su labor trasciende el ámbito meramente profesional. Ciertamente, los mejores gestores suelen ser, también, personas que saben escuchar, motivar e incluso delegar.
7 habilidades directivas indispensables
No pretendemos ser exhaustivos al plantear cuáles son las habilidades de liderazgo y dirección de equipos necesarias para alcanzar una óptima gestión directiva. De hecho, cada empresa o proyecto requerirá de perfiles profesionales específicos pero, sin embargo, existe una serie de habilidades generales que destacan sobre las demás y que deben potenciarse desde los estudios. En el caso de las universidades CEU, este tipo de habilidades pueden incluso certificarse a través de microcredenciales o desarrollarse en programas formativos paralelos que complementen cada grado universitario.
A lo largo de sus más de 90 años de historia el CEU ha formado numerosos líderes en ámbitos muy distintos: el derecho, la empresa, la política, el periodismo, el marketing, la economía, la ingeniería… que ocupan o han ocupado posiciones directivas en muchas de las empresas más conocidas de España y también del ámbito internacional. Líderes con valores del humanismo cristiano que aúnan este tipo de habilidades con sus conocimientos y competencias técnicas específicas.
Sea cual sea el título que estés estudiando, ¡te recomendamos que no dejes de lado las siguientes competencias!
Resolución de problemas
Liderar y dirigir tienen momentos plácidos y tranquilos, pero no es lo habitual en una empresa. Suponen afrontar situaciones complicadas y encontrar soluciones ante los problemas que acontecen. Sean internos o externos, siempre exigen respuestas rápidas, acertadas y determinantes.
La capacidad del líder para resolver de modo ágil, inmediato y sopesado cualquier incidencia en la organización o su contexto es fundamental y decisiva. A menudo, el oficio o el instinto se convierten en fundamentales. Otras, existe la posibilidad de analizar las causas con más pausa y estudiar las métricas que explican el conflicto. En uno y otro caso, la determinación, el acierto y la solvencia al decidir condicionan el porvenir del grupo liderado.
Toma de decisiones
Está relacionada con la resolución de problemas, aunque va más allá de estos momentos. En la práctica, dirigir es decidir; se trata de una actividad comparable a respirar para vivir. Para avanzar en la dirección correcta, hay que escoger muy bien qué caminos se siguen.
¿Y cuál es la forma de hacerlo? Nadie llega a su destino, en un entorno desconocido, cuando carece de un mapa, un GPS o una brújula. En el ámbito directivo, la planificación es la clave: tenemos que establecer los objetivos y las metas antes de concretar cómo alcanzarlos.
Documentarse bien y tomarse el tiempo necesario para decidir es clave. Y, aunque la urgencia suele ser un ingrediente, el buen líder siempre está bien preparado para hacerlo. Y acierta con más frecuencia.
Flexibilidad y adaptación al cambio
El junco debe su fortaleza a la flexibilidad con la que se adapta al entorno. Lo mismo ocurre con el agua, que varía en función del lugar por el que circula o se recoge. En la actualidad, el cambio es la única constante, por lo que los mejores líderes saben adecuarse a cada situación, momento y exigencias.
Nunca se posee el control absoluto de lo que sucede y de lo que está por venir. La capacidad de adaptación es una de las habilidades directivas más importantes en los tiempos tan acelerados, globalizados y dinámicos que vivimos.
Comunicación y empatía
Comunicar consiste en poner lo propio en común, y no es únicamente informar: implica hacerlo de forma persuasiva, emocional e inspiradora. Mover a la acción, dejar huella y cohesionar la relación son consecuencias positivas de la auténtica comunicación. Es, sin género de dudas, una de las mayores habilidades interpersonales para liderar.
Tener y compartir ideas propias que sirven a sus receptores es la clave. Para lograrlo, no basta con emitir mensajes: también hay que adaptarlos a cada público destinatario. Por lo tanto, es preciso escuchar, observar, comprender y conocer a la audiencia. La empatía, además, nos permite ponernos en el lugar de los otros y entender mejor cómo hacerles llegar con eficacia cada mensaje.
Habilidades de liderazgo
Englobamos en esta categoría un conjunto de cualidades que completan la capacidad de comunicación y escucha que ya hemos mencionado. Podríamos sintetizarlas en el poder de dirigir, motivar, unir y estimular a los seguidores.
A través del feedback, la cohesión, el ejemplo y los mensajes inspiradores, es capaz de «hacer hacer» a cuantos le escuchan, en favor del colectivo y sus objetivos compartidos.
Organización y productividad
Algunos líderes se desenvuelven bien en el caos, incluso emergen en estas situaciones más complejas. Sin embargo, en general, es necesario contar con un orden mental que compartimente las situaciones, los hechos, las decisiones y las actuaciones con claridad y rigor.
La precisión, la claridad y la eficacia al organizar son esenciales. Su productividad es, además, contagiosa: es hábil para aprovechar y estimular todo el potencial de sus colaboradores. Y, por supuesto, sus objetivos y sus repartos de tareas son siempre realistas y favorecedores.
Imán para el talento
Se trata de una cualidad realmente excepcional que requiere de perspicacia, buen olfato y generosidad. Y es que un buen líder nunca actúa en solitario y, de hecho, busca siempre rodearse de los mejores. A la hora de conformar su equipo o de incorporar nuevos talentos, el líder elige a aquellas personas que sabe que van a dar lo máximo por la empresa. Captar el talento externo, fomentar el interno y hacer avanzar a la organización desde las personas es, sin duda, una habilidad directiva extraordinaria.
Estar atentos a la realidad del mercado y ser capaces de potenciar el talento interno es, por ejemplo, una de las razones que ha llevado al grupo CEU a crear un Consejo Asesor de Empleabilidad. En él, diferentes agentes sociales trasladan su visión empresarial a nuestras universidades para ayudarnos a trazar mejor el camino que llevará a nuestros estudiantes a la empleabilidad.
En definitiva, ¿por qué son importantes las habilidades directivas?
Quienes aspiren a convertirse en gestores y directivos empresariales, necesitan impulsar en la medida de los posible sus habilidades interpersonales. Las empresas actuales prefieren seleccionar a personas que les van a resolver problemas concretos y a impulsar proyectos específicos. Han de saber desenvolverse durante la tempestad y en la calma, para lo cual precisan haber acumulado experiencia y aprendido mucho al hacerlo.
Los currículos, los diplomas enmarcados y tener buenos padrinos no aportan soluciones. En los momentos cruciales, son los mejores profesionales, las personas más cualificadas, las que impulsan a las organizaciones hacia sus metas reales. Las habilidades directivas, por lo tanto, son la clave del éxito al dirigir y la principal fuente de interés para las empresas y las compañías más punteras del mundo. Si queremos trabajar en ellas, hemos de estar preparados, sobre todo, en esta faceta.
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